Reflexiones
cotidianas
La canción
de Dios
Prócoro
Hernández Oropeza
La India es un país con mucha historia, culturas y sobre
todo cuna de muchos maestros realizados. Seres que han legado un conjunto de
filosofías y conocimientos y muestran el camino para regresar a Dios o a
Brahman. Brahman, el absoluto, el sin forma, el indescriptible e incognoscible.
Es el mismo dios del que hablan las diferentes religiones y culturas, tanto en
Europa, Asia, América como África.
De esa filosofía, los hindús tienen en el Bhagavad Gita
enseñanzas maravillosas para encontrar la senda divina que nos ha de llevar de
retorno a casa. A ese hogar del que un día salimos a experimentar, el maya o
ilusión o simplemente a ejercer el libre albedrío y a vivir experiencias
múltiples.
El Bhagavad Gita o la canción de Dios, llamado el quinto
veda, es la esencia del conocimiento védico. En él se narra un diálogo
maravilloso entre Krishna, la personalidad de Dios y Arjuna, un guerrero y
amigo de Krishna que enfrenta el dilema de pelear o no pelear, en una guerra
que está enfrente, entre los Kuravas y los Pandavas. Arjuna lidera a los
Pandavas, luego de que uno de los hermanos o medio hermanos celosos les
arrebataron el poder por medio de trampas.
En los dos bandos se encuentran amigos, maestros y parientes
de Arjuna y se cuestiona porqué debe realizarse esa batalla, inclusive deja
caer el arco y abatido se niega a pelear. Claro, como en todo libro sagrado,
esta batalla es una réplica de esa batalla que debemos emprender en nuestra
propia alma, la lucha en contra de los agregados psicológicos o defectos que
gobiernan nuestra mente, emoción y voluntad. Krishna representa al Ser, al
maestro que nos guía para iniciar ese batalla, que aunque parece cruel, es
necesaria. Arjuna es el perfecto discípulo y como tal recibe las enseñanzas
para librar esa y más batallas.
La lucha se desarrolla en Kurushestra, nuestra propia alma
es el campo de batalla. Krishna anima a Arjuna a pelear, a sabiendas que el
cuerpo es mortal, no así el alma o Atman que es inmortal El alma, le dice Krishna es innaciente,
eterna, permanente y primordial. No se le mata cuando se mata el cuerpo. Una persona que sabe que el alma es
indestructible ¿cómo puede matar o hacer que alguien mate?
Así como una persona se pone ropa nueva y deshecha, así
mismo el alma acepta nuevos cuerpos materiales, desechando los viejos e
inservibles.
Con estas palabras, Arjuna se apresta a dar la batalla, no
sin antes recibir el conocimiento supremo. Rescato entre otras, las siguientes
citas, que de llevarlas a la práctica nos liberaría de muchos pesares y
sufrimientos.
-“Aquel
que ejecuta su deber sin apego, entregándole los resultados a su Ser, no le
afecta la acción pecaminosa, tal como la hoja de loto no la toca el agua”.
-“Cuando
el ser viviente encarnado controla su naturaleza y renuncia mentalmente a todas
las acciones, reside feliz en la ciudad de las nueve puertas (el cuerpo
material), sin trabajar ni hacer que se trabaje”.
-“Aquel
que no está apegado a los frutos de su trabajo y que trabaja tal como está
obligado a hacerlo, se encuentra en el orden de renuncia y es el verdadero
místico, y no aquel que no enciende ningún fuego, ni ejecuta ningún deber”.
-“Jamás
puede alguien convertirse en yogui, a menos que renuncie al deseo de complacer
los sentidos”.