viernes, 27 de marzo de 2020


Las epidemias psíquicas
Prócoro Hernández Oropeza
La humanidad ha pasado por varias epidemias, hambrunas, guerras y ahora pandemias como la del Covid-19. Entre las diez pandemias más letales en la historia de la humanidad se tiene registro de las siguientes: La Viruela, el Sarampión, la Gripe Española, la Peste Negra, el VIH, la Plaga de Justiniano, la Tercera Pandemia, el Tifus, el Cólera, la Gripe de Hong Kong, la más letal ha sido la Viruela que dejó unos 300 millones de muertos, el sarampión más de 200 millones, la Gripe Española entre 50 y 100 millones y la peste negra unos 75 millones.
La que se presenta ahora parece menos letal, pero ha generado mucho pánico y los gobiernos han tomado restricciones muy drásticas como la cuarentena y el cierre de fronteras. Sin embargo, la pandemia del miedo parece ser más letal y peligrosa. Por miedo los nervios se colapsan y afectan al sistema nervioso, eso mismo genera la disminución de defensas, lo que deja indefenso al sistema inmunitario de las personas y se enferman más fácilmente. Los médicos estiman que el 80 por ciento de las enfermedades son provocadas por las emociones negativas.
El psicólogo Carl Gustav Jung sostenía, y en ello coinciden varios sabios, que la pandemia más peligrosa son las psicológicas; ellas generan una gran cantidad de mortandad por año. Jung dijo: “En efecto, cada vez es más evidente que no es el hambre, no son los terremotos, no son los microbios, no es el cáncer, sino el hombre mismo, el que es el mayor peligro para el hombre, por la sencilla razón de que no existe una protección adecuada contra las epidemias psíquicas, que son infinitamente más devastadoras que la peor de las catástrofes naturales. El peligro supremo que amenaza a las personas, así como a naciones enteras es un peligro psíquico. La razón ha demostrado ser totalmente impotente, precisamente porque sus argumentos tienen un efecto sólo en la mente consciente y no en el inconsciente. El mayor peligro proviene de las masas, en el que los efectos del inconsciente se apilan acumulativamente y la razonabilidad de la mente consciente se reprime. Toda organización de masas es un peligro latente tanto como un montón de dinamita. Da rienda suelta a efectos que nadie quiere y que nadie puede detener. Por tanto, es altamente deseable que un conocimiento de psicología se extienda para que los hombres puedan comprender el origen de los supremos peligros que les amenazan…”
Lo que ocurre en el mundo, en todos los planos, políticos, sociales, morales, filosóficos es una manifestación o expresión de lo que está pasando en las profundidades del inconsciente colectivo de la humanidad. Es por esto que Jung dijo: “Ya no podemos darnos el lujo de subestimar la importancia del factor psíquico en los asuntos mundiales.” De ese inconsciente colectivo alimentado por las noticias que se difunden en los diversos medios, los agoreros del fatalismo, los gobiernos oscuros que manipulan a la humanidad generan los siguientes temores en la gente: Miedo a enfermarse, a morir; miedo a que los alimentos escaseen; miedo a la pérdida del empleo, a las crisis económicas que se avecinan, a perder los bienes materiales, a no tener dinero. Todo ello provoca pánico y estrés.
Por eso Jung estimaba que cada vez se revela más claramente que los mayores peligros para el hombre no son las carestías, ni los terremotos, ni los microbios, ni los carcinomas, si no el hombre mismo, precisamente porque no existen aún defensas eficaces contra las epidemias psíquicas y estas tienen una acción más devastadora todavía más peores que las catástrofes naturales y las epidemias psíquicas son obviamente una patología global y estas tienen una acción más devastadora que las propias catástrofes naturales.
Se ha puesto a pensar que por estrés mueren miles de personas de paros cardiacos, alcoholismo, drogas, suicidios, gripes y otros resfriados. Las catástrofes a las que se refiere Jung son internas, pero estas catástrofes interiores luego se filtran y se proyectan al exterior manifestándose a través de nuestros egos como ira, orgullo, lujuria, envidia, avaricia, gula y pereza. Esos estados egoicos afecta nuestra emoción, nuestras acciones, la voluntad, nuestras palabras y empezamos a vivir un ambiente de hostilidad y desconfianza.
Por eso Jung dice que las epidemias psíquicas son más devastadoras. Nos admiramos por los terremotos, por todos aquellos fenómenos naturales que devastan realmente, pero no podemos percibir esos procesos en nuestro interior. El mundo de hoy pende de un delgado hilo, y ese hilo es la psique del hombre, estima C. G. Jung. 

Las epidemias psíquicas II


Hemos dicho que las epidemias más peligrosas que las enfermedades, terremotos o huracanes son las psíquicas: celos, ira, odio, resentimiento, tristeza, depresión, angustia, soledad, lujuria, codicia, envidia, pereza, gula generan más muerte y sufrimiento que todas las pandemias juntas. Sostenía el psicólogo Jung que nuestra especie se encuentra en medio de una epidemia psíquica llamada egofrenia maligna. No reconocemos nuestra locura colectiva, porque no sólo es tan penetrante, sino tan abrumadoramente obvia. Todo cuanto se necesita para ver la locura de nuestra especie es abrir los ojos y mirar lo que le estamos haciendo a los demás, al entorno del que dependemos para nuestra supervivencia, y a nosotros mismos. ¿Qué posible mayor evidencia de una psicosis colectiva podíamos necesitar? Nos hemos habituado a nuestra locura colectiva, pensando en ella como “normal,” lo que es en sí mismo una expresión de nuestra locura.
Ahora con el Covide 19 las masas hacen compras de pánico, sobre todo de productos no indispensables para ayudarle a sanar en caso que fuera contaminado por el virus, los gobiernos cierran las fronteras, ponen a la gente en cuarentena y algunos gobiernos no saben cómo reaccionar. Estamos tan absorbidos de manera inconsciente y en reaccionar a los acontecimientos en nuestro mundo, que no nos hemos dado cuenta de los procesos psíquicos más profundos que están dando forma a lo que estamos actuando y creando. Con nuestro miedo, nuestras emociones y pensamientos negativos acrecentamos la oscuridad que se cierne. Emociones y pensamientos son energía y esa la exteriorizamos y se colectiviza. Los medios de comunicación tan variados, las redes sociales ayudan a expandir esas energías al universo y le vamos dando forma a un planeta, a una humanidad enferma, a una sociedad envuelta en el miedo, el pánico.
Por eso Jung dijo: “Cuando nos fijamos en la historia humana, sólo vemos lo que ocurre en la superficie, e incluso esto se distorsiona en el espejo desvanecido de la tradición. Pero lo que realmente ha estado sucediendo elude la mirada inquisitiva del historiador, porque el verdadero acontecimiento histórico se encuentra profundamente enterrado, experimentado por todos y observado por ninguno. Es el más privado y más subjetivo de las experiencias psíquicas. Las guerras, dinastías, agitaciones sociales, conquistas y religiones no son más que los síntomas superficiales de una actitud psíquica secreta desconocida incluso para el propio individuo.” Agregaría que las enfermedades también.
Es muy peligroso cuando millones de personas caen juntas en su inconsciente y lo exteriorizan en masa. Jung dijo, “Las masas son siempre caldo de cultivo de las epidemias psíquicas, los acontecimientos en Alemania son un ejemplo clásico de esto.” La psicología de masas, que es un fenómeno-rebaño basado en el miedo, se convierte entonces en el orden del día. Las psicosis de masas conducen inevitablemente a un comportamiento criminal. Cuando se habla de Alemania en la década de 1930, Jung parecía inquietantemente profético cuando dijo que “… cayó presa de la psicología de masas, a pesar de que de ninguna manera es el único país amenazado por este peligroso germen.”
Caer colectivamente en el miedo nos permite ser fácilmente manipulados y controlados por los líderes quienes ellos mismos han caído presa de la potencia de tracción de la sombra. Entonces estamos mutuamente alimentándonos de y alimentando a la inconsciencia de los demás. Una vez que las emociones tales como el miedo alcanzan un cierto tono, dijo Jung, “…la posibilidad de la razón teniendo algún efecto cesa, y su lugar es tomado por los lemas y quiméricas de deseos fantasiosos. Es decir, resulta en una especie de posesión colectiva que se desarrolla rápidamente en una epidemia psíquica.”
El miedo es múltiple como los cabellos de la medusa, el temor a lo desconocido, temor a fantasmas, temor a la magia negra, a enfermarse, a morir; esto puede disparar visiones paranoicas. Cuando uno tiene miedo, luego procesa otro miedo y este es el Miedo al Miedo. La clave es no huir frente al miedo, que estar frente al miedo y pensar que el miedo nos va a devorar, nos va a torturar, esto dependerá de nosotros, es una clave.
Carl Jung contaba que en una experiencia está frente a un gran demonio, se sobrecoge, tiene miedo, aun así, tiene el valor de preguntarle al demonio, ¿Y ahora que me vas hacer? Y el demonio le responde: eso depende de ti. Sí depende de nosotros si nos dejamos atrapar por el miedo y caemos en sus garras, como pretenden fuerzas oscuras ahora.
El temor nos hace ver lo inútil que es la vida, y que no tiene sentido, y esto es peligroso, porque generamos una visión angustiante de nuestra existencia y ahí están los yoes de ansiedad y de tristeza, de depresión, suicidio. El miedo a enfermar, es posible que enfermemos y muramos. Es natural, es el ciclo de la existencia de todo lo vivo, pero depende en cómo lo afrontamos, con miedo o con alegría. La clave para trascender el miedo es No tener miedo. Si se presenta ante nosotros ese demonio de la mente con pensamientos negativos, de terror ante lo que ocurre ahora, es obvio que vamos a sentir pánico por lo que sucederá mañana y solo podremos vencerlo a través de la serenidad, si no tenemos serenidad, habremos perdido la prueba y seremos víctimas de sus garras.
Para finalizar, Jung sentenció que es necesario reconocer nuestra complicidad de lo que está ocurriendo: “Un hombre sabe también que lo que está mal en el mundo está mal también en él mismo, y si sólo aprende a lidiar con su propia sombra, habrá hecho algo real para el mundo. Habrá logrado asumir al menos una parte infinitesimal de los gigantescos problemas no resueltos de nuestro tiempo.”


lunes, 17 de agosto de 2015

Pitágoras y los misterios egipcios

 

Pitágoras y los misterios egipcios


Primera parte

Se sabe que muchos maestros realizados o ascendidos, antes de su entronización o iluminación fueron a Egipto a estudiar los misterios iniciáticos. ¿Qué conocimientos, sabiduría o rituales poseían los egipcios que tantos maestros, sobre todo muchos filósofos y pensadores griegos fueron a beber de esa sabiduría de Ra, Osiris o de Hermes Trismegisto?  Después Jesús pasó por esas escuelas herméticas o iniciáticas y no sólo egipcias también de la India y de otras escuelas esotéricas.
Esa sabiduría egipcia se pierde en las tinieblas del tiempo, diez mil o más años antes y tan avanzada estaba que muchos filósofos griegos fueron a beber de ella. La doctrina egipcia ya concebía al hombre como un ser tripartito; posee un cuerpo –“khet”-, un espíritu –“ka”- y un alma –“ba”-, siendo “ka” la inteligencia divina que anima a toda criatura viviente, y el “ba” la personalidad espiritual, la voluntad, el alma humana. Estas concepciones influyeron en los misterios griegos de Eleusis, influencia que viene a demostrar una profunda acción de la mística egipcia en la realidad y el pensamiento griegos. Realmente las ideas osiríacas se imponen por completo a los misterios griegos y les transmiten la concepción egipcia del alma y de la vida del más allá. Los misterios de Eleusis enseñan que el alma sigue exactamente la suerte de Dionisos: vive primero en el Uno, y luego, mezclada con la materia, adquiere conciencia de sí misma asociándose a una personalidad humana, para volver después de la muerte a Dionisos y fundirse con él en el reino de los espíritus. Este es el mismo el destino que los egipcios le asignan al alma.
Pitágoras es uno de esos sabios que viajó a Egipto para ser instruido e iniciado en esos misterios sagrados. Se cuenta que Pitágoras fue hijo de una acaudalado comerciante de sortijas de Samos y su madre una hermosísima mujer llamada Pharthenis. Luego de nacer, sus padres llevan a Pitágoras con una pitonisa de Delfos, quien les pronostica que su hijo será útil a la humanidad de entonces  y la de todos los tiempos. Al cumplir un año, el hijo es llevado al templo de Adonai, en una región apartada de Líbano para que recibiera las bendiciones de manos del sumo sacerdote. El sacerdote pronostica casi lo mismo que la pitonisa y les dice: “Oh orgullosos padres de Jonia, su hijo será grande por su sabiduría, deben ser conscientes de que los griegos son dueños de una de las ciencias de los dioses, pero la verdadera, la de dios está solamente en Egipto.”
Con el paso del tiempo, Pitágoras es admirado por apuesto, mesurado, justo, observador y de inteligencia sumamente brillante. Como otros maestros, Pitágoras sobrepasa a sus instructores y se sumerge en las agitadass aguas de la búsqueda interior y sostiene que todo lo que le rodea y ve y hasta lo que no puede apreciar por los órganos de los sentidos, tienen razón de ser y nada es gratuito o inútil en el universo. De tal suerte que no sólo es un hombre de ciencia, sino un ser humano religioso y un místico.
Como su madre siempre le recuerda las palabras del sumo sacerdote del templo de Adonai, Pitágoras sabe que debe ir a Egipto. Es ayudado por el dictador de Samos, Polícrates, quien le recomienda con su amigo, el faraón de Egipto llamado Amasis. Se traslada a Heliópolis, la ciudad del Dios Ra o Dios del Sol y Amasis lo presenta con los sumos sacerdotes de Menphis. Al principio los sacerdotes se resistían a admitir a un extranjero, pero por la recomendación del Faraón, lo reciben y la vida iniciática para el joven Pitágoras no fue fácil.  Estos sumos sacerdotes se dedicaban a cultivar la astronomía y el ascetismo y se autodenominaban como los que ven y se defienden de las indiscreciones de la impiedad de los profanos. Con ello dan a entender que sus conocimientos son secretos, herméticos, lo mismo que sus rituales e iniciaciones a los que son sometidos sus discípulos. Luego de pasar a grandes pruebas físicas e intelectuales, finalmente los sacerdotes egipcios, aunque también había caldeos y persas, Pitágoras es iniciado en los grandes misterios egipcios y en los conocimientos verdaderos, al que no todo mundo accede. (Continuará)

Pitágoras, la pasión de Osiris
Segunda parte

El maestro de Samos, Pitágoras, fue sometido a varias pruebas iniciáticas en Egipto, una de los cuales y la más importante fue La pasión de Osiris. En esa pasión se narra cómo su hermano Seth y los demonios rojos dan muerte al Rey Osiris y no sólo lo matan, sino que descuartizan su cuerpo y lo riegan sobre las orillas del río Nilo. Originalmente Seth sólo lo había encerrado en un sarcófago y lo depositó en el río, pero como su esposa Isis fue en su búsqueda, Seth hizo que lo sacaran, lo descuartizaran y lo regaran en el río con el objetivo de que los cocodrilos lo comieran. No contó Seth que estos animales le respetaran y entonces Isis pudo recoger los fragmentos de Osiris y reconstruirlo.
En realidad esta pasión de Osiris es la pasión por la que todos debemos transitar, misma que realizó Pitágoras en su proceso iniciático. Seth representa a esos demonios, egos o yoes que han fragmentado nuestra consciencia. En la pasión de Osiris, Horus, el hijo debe dar la batalla contra Seth y sus demonios y derrotarlo para recuperar esa divinidad, la consciencia fragmentada. En la mitología egipcia, cuando Horus llegó a la mayoría de edad, se dispuso a luchar contra Seth para recuperar el trono de su padre. Pero en realidad, Horus es ese Cristo interno que debe dar la batalla contra Seth y sus demonios, contra esos agregados psicológicos que se han depositado en nuestra psique y controlan parte de nuestros pensamientos, emociones y voluntad.
Esa pasión, semejante a la que vivió Jesús, es la misma que todos los maestros trascendidos deben llevar a cabo para su realización. Idéntica batalla todos debemos llevar a cabo con el fin de liberarnos de la esclavitud del tirano. Pues bien, ese proceso lo vive Pitágoras y descubre que los dioses no son más que personificaciones (se refiere a los diversos dioses imperantes en esa época), por lo que es más importante descubrir el Khe peru, es decir la esencia. Entender que somos una esencia divina, una esencia que pertenece a Dios, no el ego y que Dios habita en nuestro interior, además sabe que es inmortal.
A estas alturas el maestro griego se hace la siguiente pregunta: ¿Qué sucede con la muerte? Para ello los egipcios tenían sendos conocimientos de estos misterios, contenido en El Libro de los muertos. Los egiptólogos le denominan también «Libro de la Salida al Día» o «Libro de la emergencia a la luz». Este  consistía en una serie de sortilegios mágicos destinados a ayudar a los difuntos a superar el juicio de Osiris, asistirlos en su viaje a través de la Duat, el inframundo, y viajar al Aaru, en la otra vida y ayudar al faraón muerto a ocupar su lugar entre los dioses, en particular a reunirse con su padre divino Ra.
Pitágoras descubre que cuando la muerte se aproxima y está en agonía el alma presiente su cercana separación del cuerpo. En ese momento vuelve a ver toda su existencia terrestre en una rápida sucesión, pero en la que no pierde detalle, y además es asombrosamente clara. Aquí pueden ocurrir dos situaciones: si su consciencia es pura y santa, sus sentidos espirituales despertarán por la desintegración gradual de la materia o cuerpo, y sentirá la presencia o existencia de otro mundo. Cuando al fin se libera del frío cadáver, se dirigirá hacia la gran luz a la que pertenece. En otro aspecto, si es un humano ordinario y vulgar, sin trabajo espiritual, sólo gobernado por sus instintos materiales, entonces sentirá como si acabara de despertar de una pesadilla, pero ya no puede asir los objetos a los que estaba acostumbrado ni a escuchar su voz. Se encuentra en el limbo de las tinieblas y espantado por lo que vive sufre en el caos total. La duración de este tormento dependerá de la fuerza de los instintos del alma. Si el alma adquiere consciencia poco a poco de su nuevo estado podrá salir de ese espacio de tinieblas, en una dura batalla y, subirá escalón por escalón hasta liberarse de la atracción terrestre. Continuará

La Academia Pitagórica
Tercera parte

“Hagan germinar el alma por la meditación y lograrán el ascenso como por las alas del águila.” Pitágoras
Además de sus procesos iniciáticos y conocimientos esotéricos, Pitágoras profundiza en la sagrada matemática, la ciencia que forman los números en sus infinitas expresiones y sus relaciones con los principios universales. Para ello recibe las influencias de uno de sus maestros más importantes llamado Moscos. Es un descendiente directo de Moisés y Moscos junto a otros maestros y sacerdotes egipcios lo adentran en la comprensión y el conocimiento de una antigua raza proveniente de la Atlántida. De ella obtiene la ilustración para descifrar los jeroglíficos de las columnas de los templos de Sais y Menphis, de donde extrae la semilla de la Geometría  y el Antiguo Testamento.
Cuando Pitágoras decide retornar a su patria, Egipto es invadido por el Rey Persa Cambises II. Ahí presencia con horror el saqueo de Menphis y Tebas, la destrucción de Helenia, además de la ejecución del Faraón Psamético y su familia. Una vez conquistado el país, Cambises decide desterrar a los sacerdotes sobrevivientes y al mismo Pitágoras a Babilonia.  Pitágoras no desaprovecha esta circunstancia y durante los doce años que pasa en Babilonia aprende los misterios de Mesopotamia, entrando en contacto con científicos de China e India, hecho que le marcan un fuerte misticismo oriental. Pero además tiene acceso a la sabiduría de los magos y maestros herederos de Zoroastro, así como a los antiguos conocimientos arcanos de la magia blanca.
Luego de pedir perdón y permiso al rey de los persas, Pitágoras regresa a su natal Samos. Como la encuentra bajo el yugo de la tiranía y los templos y escuelas están cerrados, junto con su madre se dirige a Grecia, pero su intención es llegar a Delfos, hermosa ciudad situada al pie del monte Parnaso y que además es famosa por su oráculo en honor al dios  Apolo. Es además el lugar más sagrado y santo de Grecia, no obstante, antes recorre otros templos existentes en el país. Al llegar a Delfos ora ante el templo de Apolo, el único que no está manchado de sangre, porque en los otros las personas les ofrecen sacrificios con animales. Pitágoras sólo lo venera con un toro elaborado con pasta.
Antes de entrar al templo, Pitágoras encuentra dos sentencias: “Conócete a ti mismo” y “No se aproxime quien no sea puro”, dos frases con mucho significado indicando que dentro del templo sólo reina la verdad de Dios y todo lo que hay a su alrededor es totalmente puro. Aquí permanece un año instruyendo a los sacerdotes en los secretos de su doctrina y también brindando sus excelsos conocimientos a quienes acuden al templo. Con gran entusiasmo les habla de los misterios de Isis, la terrestre y la divina, a quien considera la más grande madre de los dioses y la humanidad.
Luego se dirige a Crotona en el extremo golfo de Tarento, al sur de Italia y fundada por los aqueos. Aquí ya venía precedido por su fama de sabio, por lo que las autoridades le piden que exponga algunas de sus ideas y Pitágoras prepara cuatro encendidos discursos, uno dedicado al senado, otro a los jóvenes, luego a mujeres y por último a los niños. En ellos da sendas recomendaciones morales de gran perfección y refinamiento, instando a ajustar la conducta humana a los cánones de la armonía y la justicia. Estas disertaciones calan en la sociedad crotense y el paso siguiente es fundar una academia, la academia pitagórica, que según los expertos es muy semejante a las universidades actuales.  Tanto hombres como mujeres tienen la posibilidad de ingresar, pero deben someterse a ciertas pruebas, no tan duras como las egipcias, que no todos logran pasar.
En esa academia se les enseña ciencias, filosofía, artes, deportes y otras enseñanzas armonizadas con la madre naturaleza.  Las pruebas son de carácter iniciático, de tal suerte que quienes logran pasarlas, son elegidos para encauzarlos a estudios más profundos, que no están al alcance de los profanos. Son enseñanzas herméticas, una de las reglas de toda escuela iniciática. Aquí conviven dos tipos de estudiantes: los externos, que regresan a sus casas después de tomar sus clases y los internos, quienes viven ahí en una especie de monasterio. Estos últimos deben realizar tres etapas: 1. El silencio, 2. La purificación, 3. La Evolución espiritual y 4. Epifanía. Continuará

Pitágoras, los tres grados:  El silencio, la purificación y perfección
Cuarta parte

Las razones por las que Pitágoras eligió Crotona como sede de su academia se debieron, entre otras, a que no sólo quería enseñar su doctrina esotérica a un círculo de iniciados o elegidos, sino aplicar sus principios a la educación de la juventud e influir en la vida de la sociedad y el estado. Además de que las ciudades griegas asentadas en el golfo de Tarento eran más liberales y menos influidas por la demagogia. Pitágoras era demasiado riguroso para la admisión de alumnos y decía que “No toda la madera sirve para hacer un mercurio.” Así que luego de meses de observación y pruebas, los alumnos escogidos eran sometidos a las pruebas decisivas, una imitación menos severa que las pruebas iniciáticas egipcias.
Una de las pruebas morales consistía en encerrar al discípulo en una celda desnuda. En una pizarra le pedían que buscara el sentido de, por ejemplo: ¿Qué significa el triángulo inscrito en el círculo? Si lograba pasar todas las pruebas entonces empezaba su verdadera vida de discípulo y noviciado y ahora debía cursar tres grados: Primer grado, Preparación o el silencio, 2. Purificación, 3.Perfección espiritual, 4. Epifanía,
En el primer grado, los novicios se someten a la regla absoluta del silencio, sin derecho a realizar cualquier objeción al maestro, ni discutir sus enseñanzas. Sólo las reciben con respeto y meditando profundamente sobre ellas. Para recalcar esto se le mostraba al novicio una estatua de mujer envuelta en amplio velo y un dedo sobre los labios; la musa del silencio. El objetivo de esta práctica era para desarrollar en sus capacidades la facultad primordial y superior del hombre, que es la intuición. Aquí también se hacía honrar a la trinidad, al gran Padre/Madre y al hijo. El gran Padre llamado Júpiter, la madre Cibeles, que produce los astros o Deméter que genera los frutos y flores y a ellos el hijo debe honrar. Sobre todo se inculcaba que los diversos dioses en apariencia, eran en el fondo los mismos en todos los pueblos, sólo con diferentes nombres.
En el segundo grado, Purificación, el de los números o la teogonía. El maestro recibía al noviciado en su morada y le aceptaba solemnemente y aquí comenzaba la verdadera iniciación. En esta parte se les enseñaba de forma razonada y completa la doctrina oculta, desde los principios contenidos en la ciencia de los misterios de los números, hasta las últimas consecuencias de la evolución universal en los destinos y fines supremos de la divina psiquis o alma humana.
Esta ciencia se condensa en  un libro escrito por el maestro, llamado Hieros logos, La palabra sagrada. En ella se da la clave del Ser, de la ciencia y de la vida. Esta ciencia pregona que la obra de iniciación consiste en aproximarse al gran Ser, procurando tener con él puntos de semejanza, volviéndose tan perfecto como fuera posible, dominando las cosas con inteligencia. “Vuestro propio ser, vuestra alma, ¿no son un microcosmos, un pequeño universo?, se preguntaba Pitágoras. Entonces lo que se trata es de realizar la unidad en la armonía y aquellas discordias han de desaparecer. Entonces y sólo entonces, Dios descenderá en vuestra conciencia, luego participaréis de su poder y haréis de vuestra voluntad la piedra del hogar, el altar de Hestia, el altar de Júpiter. A la gran madre, Pitágoras le dice Hestia o Cibeles, no importa el nombre, es el eterno femenino, la parte femenina de Dios, el Padre, cuyo nombre tampoco importa, puede ser Apolo o Júpiter, o Krishna. Como sostiene Pitágoras, es el mismo Dios, sólo con nombres distintos. Pues dice Pitágoras: Dios, la substancia invisible, tiene por número la Unidad que contiene el infinito, por nombre el de Padre creador o Eterno-masculino, por signo el fuego, símbolo del espíritu, esencia de todo. Este es el primer principio. De ahí que la Dyada creadora representa la unión del Eterno Masculino y del Eterno Femenino en Dios, las dos facultades divinas esenciales y correspondientes. Antes, Orfeo había expresado esta idea poéticamente en el siguiente verso: “Júpiter es el esposo y la Esposa divinas, Padre/Madre”, no como las actuales religiones del mundo pregonan sólo la parte masculina de Dios y se han olvidado del eterno femenino, la Gran Madre. (Continuará)

Pitágoras, Evolución espiritual
Quinta parte

En la escuela pitagórica, los iniciados deben pasar por tres grados, se había dicho: 1. El silencio, 2. La purificación y 3. La Evolución espiritual, pero hay uno más que había omitido y es la Epifanía. Hoy tocamos acerca la Evolución espiritual. Los adeptos, luego de haber recibido los principios de la ciencia, ahora se deben descender de las alturas, de lo alto absoluto a las profundidades de la naturaleza  para comprender cómo se desenvuelve el pensamiento divino en la formación de las cosas  y en la evolución del alma.
Pitágoras les explica que la evolución material y la espiritual del mundo son dos movimientos inversos pero paralelos y concordantes con toda la escala del ser. La evolución material representa la manifestación de Dios en la materia  por el alma del mundo que la trabaja. En cambio la espiritual representa la elaboración de la consciencia  en las nómadas individuales  y su tentativa de unirse, a través del ciclo de vidas, con el espíritu divino de que ellas emanan. Ver al universo como un ser vivo, animado por una gran alma y penetrado por una gran inteligencia. De esta forma los iniciados entendían que la tierra es para nosotros la región de la vida corporal. Aquí se operan las encarnaciones y desencarnaciones de las almas. Por este planeta han pasado otras razas que han sucumbido a través de cataclismos, como la atlante. Entonces se pregunta Pitágoras ¿cuál es el grande, el punzante, el eterno misterio? Se responde que es el alma, quien descubre en sí misma un abismo de tinieblas y de luz, que se contempla con una mezcla de encanto y temor y se dice: “Yo no soy de este mundo, porque él no basta para explicarme. No vengo de la tierra y voy a otra parte. ¿Pero adónde?” He ahí la frase que estaba en el portal del Santuario de Delfos: “Hombre, conócete a ti mismos y conocerás al universo y a los Dioses.” Es el secreto de los iniciados y para penetrar a esa puerta estrecha en la inmensidad del universo invisible es necesario despertar en nosotros la vista directa del alma purificada y armarnos con la antorcha  de la inteligencia, de la ciencia de los principios y de los números sagrados.
Luego preguntaba a sus alumnos: ¿qué es el alma humana? Una parcela del mundo, una brasa del espíritu divino, una mónada inmortal. Para llegar a ser lo que es ha debido pasar por distintos procesos, de mineral, a vegetal, luego animal hasta llegar a ser humano. Y cuanto más asciende la mónada en la serie de los organismos más se desarrollan los principios latentes que en ella están. Y lo más importante, en la medida que se enciende la antorcha vacilante de la consciencia esta alma se vuelve más independiente del cuerpo, más capaz de llevar una existencia más libre. De aquí deduce que el alma humana solo viene del cielo y al él vuelve después de la muerte.
Otra aspecto no menos importante al que llega Pitágoras es: “! Qué de viajes, qué de ciclos planetarios atravesar aún, para que el alma humana así formada se convierta en el hombre que conocemos! De acuerdo a las tradiciones esotéricas de India y Egipto, los que conformamos la humanidad actual hemos comenzado nuestra existencia en otros planetas, donde la materia es mucho menos densa que en la tierra. El cuerpo del hombre era casi vaporoso, sus encarnaciones ligeras y fáciles, con facultades de percepción espiritual directa muy poderosa y sutiles en la primera fase humana. En ese estado semicorporal  el hombre veía espíritus, todo era esplendor y encanto y música para su audición. Oía hasta la armonía de las esferas. Pero después encarnó sobre planetas más y más densos y encarnado en una materia más densa, la humanidad ha perdido su sentido espiritual. La tierra ha sido el último escalón de este descenso en la materia, al que Moisés llama la salida del paraíso. Por ello los maestros afirman que este planeta es un planeta de contención de tanta maldad y aquí se viene a sanar el alma. Y solamente cuando el hombre adquiere por su acción la consciencia y el poder de lo divino, entonces solamente llega a ser un hijo de Dios.
De ahí que Pitágoras nos habla de esta trinidad: espíritu, alma y cuerpo. Ese espíritu, actuando en el fondo de los cielos como en la tierra debe tener un órgano; este órgano es el alma viviente, sea bestial o sublime, obscura o radiante, pero teniendo la forma humana (cuerpo), es la imagen de Dios, una emanación de Él. (Continuará)

Pitágoras, Epifanía
Sexta parte

Para Pitágoras el fin de la enseñanza  no era absorber al hombre en la contemplación o en éxtasis, los verdaderos iniciados debían volverse mejores en la tierra, más fuertes y mejor preparados para las pruebas de la vida. A la iniciación de la inteligencia debía suceder la de la voluntad, la más difícil de todas. En esta etapa, la cuarta o Epifanía, el discípulo debería hacer descender a la verdad en las profundidades de su Ser y encausarla en la práctica de la vida.
Para lograr esta etapa, Pitágoras prescribía la reunión de tres perfecciones: Realizar la verdad en la inteligencia, la virtud en el alma y la pureza en el cuerpo. Ponía énfasis en el cuerpo mediante una sabia higiene y una continencia mesurada para mantener la fuerza corporal. Esto debido a que todo exceso del cuerpo deja una traza y una mancha en el cuerpo astral, organismo vivo del alma, y por consiguiente del espíritu. Se precisa que el cuerpo esté sano para que el alma lo esté. Esto significa cuidar alimentos y el uso sabio de la energía sexual, por ello uno de los requisitos para la disciplina de los adeptos es la castidad o celibato, pero trabajada científicamente.
En cuanto al alma, iluminada por la inteligencia, debía adquirir el valor, la abnegación y la fe, en una palabra la virtud y con ella forjar una segunda naturaleza que sustituya a la primera. En cuanto a la primera, la inteligencia, es necesario que el intelecto alcance la sabiduría por la ciencia, de tal modo que sepa distinguir el bien del mal y ver a Dios en el más pequeño de los seres como el conjunto del mundo. En suma, es un practicante de las virtudes y conectado con lo que en India llaman el manas superior o la inteligencia superior, conectada o proveniente de su real Ser. Esto, sin duda, tiene relación  con la carta siete del tarot Egipcio, El carro del Triunfo, cuyo axioma sostiene: “Cuando la ciencia entre a tu corazón y la sabiduría sea dulce a tu alma, pide y te será dado.”  Es el nivel al que han llegado los adeptos: la Epifanía.
A esta altura, el hombre es un adepto y, si posee una energía suficiente, entra en posesión de facultades y de poderes nuevos. Los sentidos internos del alma se abren, la voluntad irradia en los demás. Su magnetismo corporal penetrado por los efluvios del su alma, electrizado por su voluntad adquiere un poder aparentemente milagroso. Puede curar enfermos por la imposición de sus manos, penetrar con su mirada en los pensamientos de los hombres; en estado de vigilia logra ver acontecimientos que se producen a larga distancia.
En síntesis, el adepto se siente como rodeado y protegido por seres invisibles, superiores y luminosos, que le prestan su fuerza y le ayudan en su misión. Estos son los que se transforman en hombres verdaderos y dejan de ser simples máquinas humanas o humanoides. Es ese hombre que Diógenes, con lámpara en mano, buscaba en plena luz del día por las calles de Grecia o aquel súper hombre del que habló Friedrich Nietzsche. En la Epifanía, Pitágoras enseñaba a sus fieles aplicar su doctrina a la vida y les daba profundas y regeneradoras  lecciones sobre las ilusiones y las pasajeras cosas terrestres. De ahí que el Teósofo iniciado realiza la verdad en la trinidad de su ser: Espíritu, alma y Cuerpo y en la unidad de su voluntad. Desde esa perspectiva distingue entre el bien y el mal. El mal es lo que hace descender al hombre hacia la fatalidad de la materia, mientras que el bien lo hace subir hacia la ley divina del espíritu, hacia su progresión espiritual y finalmente a su autorrealización o iluminación. Este es el más alto grado del ideal humano, es el hombre que posee el poder de la inteligencia sobre el alma y sobre el instinto, tiene el poder de la voluntad, el dominio y posesión de todas sus facultades y ha realizado la unidad en la trinidad humana. Son los adeptos, grandes iniciados, hombres primordiales, son los budas o Cristos, un anhelo al que todos debemos llegar algún día. (Continuará)

Pitágoras, la muerte de un Cristo
Séptima y última entrega*

En Crotona, Pitágoras vive los últimos treinta años de su vida y aparte de la fundación y consolidación de su escuela pitagórica, el maestro influye en la ciencia, la filosofía y en las esferas del poder y el gobierno. Y precisamente a los sesenta años Pitágoras conoce a su sacerdotisa y compañera. Ella es Theano, un joven iniciada y bella mujer que cierto día lo enfrenta y le abre su corazón.  Como todo iniciado, Pitágoras sabe que para completar su obra debe contar con una pareja para trabajar en los misterios del fuego, la energía creadora.
En esos años la influencia del maestro en las ciudades próximas es de tal magnitud que lo ven como un semidiós. No lo era, pero sin duda sí un Cristo, no del tamaño de Jesús, pero al fin y al cabo un Cristo por todo su amor y sabiduría que entrega al pueblo. En este planeta han existido varios Cristos, pero hay niveles de Cristos. Su influencia se extiende, además de Crotona y sus alrededores en otras ciudades de la costa italiana.
En Crotona se gobernaba por una constitución aristocrática, dirigida por El consejo de los mil. Estaba compuesto por las grandes familias, quienes ejercen el poder legislativo y vigila al poder ejecutivo. También existen las asambleas populares pero con poderes restringidos. Pitágoras quiere que el Estado sea un orden y una armonía y por lo mismo para conciliar le presión oligárquica y el caos de la demagogia, introduce un nuevo engranaje: crea sobre el poder político un poder científico, con voz deliberativa y consultiva en las cuestiones torales y a la vez regulador supremo del Estado. Sobre el Consejo de los Mil, organiza el Consejo de los Trescientos, elegidos por el maestro y reclutados sólo entre los iniciados, una pequeña emulación del sacerdocio egipcio.
El Consejo de los Mil es una especie de orden político, científico y religioso, del cual Pitágoras es el jefe visible. Los miembros del consejo se comprometen con Pitágoras por un juramento solemne y terrible a un secreto absoluto como en los misterios iniciáticos. Esta orden pitagórica llega a tener influencias en ciudades como Tarento, Heraclea, Metaponte, Regium, Himere, Catania, Agrigente y Sybaris. A las ciudades que le llamaban para acogerse a esta forma de gobierno, las hace independientes y libres y tan bienhechora es su acción que cuando las visita, le dicen: “No es para enseñar, sino para curar”.
Pero esa influencia soberana de un espíritu libre, esa magia del alma y la inteligencia con que gobierna despierta celos, envidia, odios terribles. Durante más de 15 años reina paz y armonía, pero en Sybaris, antigua ciudad enemiga de Crotona, se genera una rebelión popular. El partido aristócrata es vencido y quinientos desterrados piden asilo a Crotona. Como Sybaris amenaza con invadir a Crotona, el ejército dirigido por un alumno de Pitágoras, el atleta Milón logra vencer a los sybaritas. No sólo eso, los soldados toman, saquean, destruyen y convirten a Sybaris en un desierto. No se puede afirmar que fue con la complacencia de Pitágoras, puesto que esas acciones eran contrarias sus principios. Más bien motivado por un ejército victorioso y con pasiones atizadas por antiguos celos y por un ataque injusto.
Esto anima a ciertos grupos que se autodenominaban democráticos a pedir el reparto de  las tierras, pero también proponen arrebatar los privilegios al Consejo de los Mil, además de suprimir al Consejo de los Trescientos. Un tal Cylón, que anteriormente había sido rechazado en la escuela pitagórica por su carácter violento e impulsivo, con ansías de desquite, organiza un club opuesto a los pitagóricos. Logra atraer a los principales conductores del pueblo y los insta a expulsar a los pitagóricos. Leyendo en la tribuna extractos del libro secreto de Pitágoras La Palabra (Hieros Logos) y deformando su contenido le dice al pueblo que ese catecismo religioso es atentatorio contra la libertad. Cuestiona su autoridad, su orden de iniciados  y le llama tirano. Una tarde Cylón amotinó a sus bandas y cercan la casa donde se reune Pitágoras con 40 de los principales miembros de la orden. Se cuenta que todos murieron por esas turbas y sólo logran escapar Archippo y Lysis. Así acaban con la escuela pitagórica, la orden se dispersa y aún así logran subsistir unos 250 años más.
El legado del maestro Pitágoras no muere. Sus grandes conocimientos sobre astronomía, geometría, música, religión, filosofía y misticismo son innegables y deja grandes aportaciones a la humanidad. Por eso, Pitágoras fue un Cristo, indudablemente.
*Estas entregas están basadas en los siguientes libros: Shure, Eduardo, Grandes Iniciados. Grupo Editorial Tomo, S.A de C.V., México, 1998.
Góez Pérez, Marco Antonio, Pitágoras (Colección Los Grandes). Editorial Tomo, S.A de C.V., México, 2002.


viernes, 3 de enero de 2014

2014, que así sea

Prócoro Hernández Oropeza “Cuando la ciencia entre a tu corazón y la sabiduría sea dulce a tu alma, pide y te será dado. “ Arcano siete del tarot egipcio. Arribamos a otro año, el 2014 y muchos se han de preguntar: ¿Cómo será? ¿Qué nos deparará? Sin duda será como uno decida que sea. Sabemos que somos cocreadores de nuestro destino, de nosotros depende su comportamiento, su desarrollo y cómo nos impactará. Habrá eventos que no podremos controlar, tales como un invierno extremoso, un huracán o terremoto, la violencia de nuestro entorno, el pesimismo de la gente ante la situación económica y política del país, del mundo, pero dependerá de nosotros como los enfrentamos. Y sólo tenemos dos alternativas: en amor y sabiduría o en dolor y sufrimiento. Lo mejor será enfrentarlo desde la primera óptica, en amor, felicidad y sabiduría, sin identificarnos con la oscuridad o el sufrimiento. Enfrentarlo con sufrimiento, miedo o dolor, además de robar nuestra energía y quedar atrapados en nuestros demonios, nos alejamos de nuestra verdadera esencia que es luz, amor, felicidad, paz interior, sabiduría. En la numerología egipcia, si sumamos los números 2014, da como resultado 7. Este número, de acuerdo al tarot egipcio, es el arcano del triunfo. Simboliza el misterio de la luz universal, representa el conocimiento de la intención y toda la fuerza para llevarlo a cabo. También el triunfo en todo lo que se proponga. En el plano espiritual, el espíritu gobierna sobre la materia; en el plano mental la eliminación de dudas y errores. Conocido como el Tarot ó Libro de Thot es un libro sagrado de los antiguos egipcios. En él se revelan misterios de una escuela iniciática y hermética y los temas que con mayor frecuencia fueron estudiados por los sacerdotes egipcios eran los relacionados a las cosas del espíritu. Más que un conjunto de cartas para consultar nuestro destino, se cree que la información de esta sabiduría encierra el conocimiento de civilizaciones más antiguas que las datadas por la historia que conocemos. De acuerdo a esta información, pese a los infortunios o señales pesimistas y alarmistas, al incremento de los impuestos, al mínimo progreso de la economía, el crecimiento del desempleo, la corrupción y la negligencia de los políticos y gobernantes para dirigir nuestros destinos con honradez y generosidad, es posible salir triunfantes. Esto será posible si nos adentramos a develar ese misterio de la luz universal. ¿Qué significa el misterio de la luz universal? Significa que el espíritu toma forma, ascendiendo sobre la materia. Si realizamos un trabajo consciente en nuestro interior, en nuestra psique eliminando esos agregados psicológicos que la gobiernan, nos convertiremos en instrumentos divinos, en seres de luz. Entonces podremos convertir en nuestra verdad el axioma de este arcano, permitiendo que la ciencia, el conocimiento divino gobierne nuestra mente, emoción y voluntad. Ese conocimiento nos permitirá comprender los principios que gobiernan nuestros actos y todo lo que se mueve a nuestro alrededor. Entonces, en el terreno mental, la iluminación de la razón ayudará a eliminar las dudas y la progresiva adquisición de la verdad, a superar los errores sin juicio ni crítica. La sabiduría vendrá en consecuencia porque es el conocimiento que viene del mismo Ser, de nuestra esencia divina, sin la distorsión de la mente contaminada por los egos. Eso significa que la sabiduría ahora será dulce a tu alma y entonces podrás pedir, crear lo que desees porque eres uno con todo, uno con el Gran Padre/Madre. No busques afuera, toda la sabiduría está en tu interior. Feliz 2014, el año del triunfo, del triunfo de nuestro Ser sobre la oscuridad. Que así sea. Paz interior.

jueves, 2 de enero de 2014

La sencillez del hombre

Prócoro Hernández Oropeza La gente piensa que quien ha leído muchos libros y atesorado muchos conocimientos es un gran conocedor o un sabiondo. Ha acumulado información y le sirve para tomar decisiones en su relación diaria con quienes le rodean, pero ello no significa que sea un sabio o una gran persona. A nivel mental puede recitar la biblia de memoria o el libro de las Mil y una Noches, pero su vida puede reflejar otra cosa, como por ejemplo, ser testaruda, iracunda, ambiciosa u orgullosa. Afirman los maestros que los santos con sus virtudes han causado mucho daño a la humanidad. Viene a cuento la historia de una persona que se creía un santo. A su casa llegó un poeta con un poema que había escrito para él. A cambio quería ver recompensado su esfuerzo con una moneda para comer. Pero el santo, con mirada piadosa y ceño fruncido cerró la puerta, pidiendo al poeta que se fuera de allí porque él aborrecía esas cosas de la poesía y la lisonja. No sabe cuánto daño hacía al poeta con ese despreció, a pesar de considerarse un santo. En otra ocasión, otro maestro, Guru Nanak, llegó a un pueblo donde dos sacerdotes realizaban un ritual en honor de sus dioses y todos los fieles seguían firmemente sus indicaciones. Primero implorando a su dios en las cuatro direcciones y ofreciendo sus plegarias. Cuando vieron que Guru Nanak no seguía las instrucciones lo cuestionaron. ¿Y tú porque no sigues el ritual? ¿Acaso no eres religioso? Nanak les respondió: Cómo voy a seguir tus instrucciones estás pensando en los beneficios que obtendrás por la venta de un lote de caballos. Y tú, le dijo al otro, piensas en cómo resolver un asunto delicado con un vecino tuyo. Cuando se dieron cuenta de tales verdades, comprendieron que todo lo hacían mecánicamente, sin servir en realidad al Dios al cual le ofrecían sus plegarias. Un verdadero hombre santo, un sabio, no juzga, no enjuicia, ni regaña. Es un hombre verdadero, comprensivo y tiene una mente simple. En él, el estudio y el conocimiento se han convertido en auténtica comprensión creadora, trasciende el yo maquiavélico que lleva dentro, que sólo es memoria acumulada. El hombre sencillo tiene la mente libre de experiencias porque estas se han vuelto conciencia, convertidas en comprensión creadora. Ese hombre vive la vida intensamente y transforma todas las experiencias en auténtica comprensión creadora. Apela a la autocrítica profunda, al psicoanálisis íntimo para transformar el conocimiento y las experiencias en profunda comprensión creadora. Este es el camino del sabio. Nanak decía: Instrúyete en el arte de la verdadera vida. Deja que tu corazón y tu mente se vistan con el traje de peregrino. Cada hora de la noche y del día busca a tu hacedor. Borra de la pizarra de la mente todo lo que tiene escrito y púlela hasta que brille como un espejo. Aparecerá en ella entonces una chispa luminosa. Esta chispa se convertirá en el sol y un sonido sin sonido llenará tu corazón de música divina y te traerá cerca de Dios. Recuerda: tú eres el camino, tú el lápiz y la lapicera, tú también la palabra escrita. Tú eres el único. No hay otro. Sólo lograrás esto, sin complicarte la mente, sin el sepulcro corrompido de la memoria, sólo disfrutando el momento, si el deseo de ser santo, virtuoso o más grande, porque ese deseo tiene por fundamento la envidia. Un sabio disfruta la vida momento a momento, en el aquí y ahora.

lunes, 16 de diciembre de 2013

Los haikus y el invierno

Prócoro Hernández Oropeza Estamos en el umbral del invierno, esto se nota porque el sol, en esta parte del planeta, el pacífico, Puerto Vallarta, quema menos, la fuerza de sus rayos ha menguado y su brillantez también. Más frescas las noches, más claro el cielo y se puede apreciar su infinitud y la multitud de estrellas. Las nubes se han alejado y los cerros empiezan a cambiar de piel, los árboles de color y cientos o miles de cuervos y otras aves se dejan venir a gozar de este clima. Por la tarde noche hacen gran algarabía en su casa de árboles, tal parece que narran sus cuitas, hacen fiestas y tertulias poéticas o simplemente se sienten contentos aquí. Me encantan los haikus, esos poemas breves japoneses que describen estos fenómenos naturales, el cambio de estaciones y la vida cotidiana de la gente, pero lo hacen con sencillez, naturalidad, sutileza, austeridad y simetría. La sensación de que algo falta... Caen las hojas. Caen las hojas... Desde ahora, el agua se vuelve más sabrosa. Este haiku, del poeta Taneda Santoka, describe esta naturalidad y al mismo tiempo esa sensación de libertad. Esa libertad en la que viven los cuervos, las mariposas, las águilas, el colibrí. Si pudiéramos traducir los trinos de las aves cuando cantan, me imagino que son de alegría, de pasión, de amor, de libertad. Al escuchar sus trinos, sus himnos, ahora que no les molesta la lluvia, me imagino conversaciones como esta: Las hojas de mi vida son verdes y livianas Juegan con el viento y las faldas de la luna Cubren el suelo cuando tiene frío Se deslizan por ríos amatistas en oleadas de cantos ambarinos. Aunque este verso no es un haiku, es posible que los pájaros compongan muchos haikus, porque como afirma Vicente Haya, >>La piedra angular del haiku es el aware, una emoción profunda provocada por la percepción de la naturaleza. A menudo se trata de una emoción melancólica o también la alegría exultante, de una conmoción espiritual, que es a la vez estética y sentimental.<< … La recojo y la alzo hacia la luna. La luminosidad del agua ... Con viento de otoño recojo una piedra. Otra vez Taneda, con su haiku, nos traslada hacia ese estado de contemplación, de suspenso y de asombro. Con el viento de otoño recojo una piedra, pero qué pasa con esa piedra. Para que la recoge, cuál es su destino. Y si la lanza hacia la luna, qué tiene que ver la luminosidad. No importa, a cada uno nos otorga la libertad de escoger el sentido que queramos darle. Así las aves, lanzan sus himnos al universo y si tenemos oídos podemos traducirlos y sentirlos en diálogos como estos: Mis alas se deshacen con tu mirada. Es la tarde que parpadea. No, tus ojos desordenan mis plumas. Tal vez. ¿Puedo tomar una para escribir que te amo? Es otoño, se acerca el invierno y aquí, cada atardecer es un haiku, con un sol que se desvanece lentamente en el mar y sus rayos se esparcen, se pierden entre los cerros y en el lienzo azul. Son absorbidos por aquellos que lo disfrutan y lo admiran. Va esta columna dedicada a una gran señora, Doña Josefina Cortés de Torres quien ha levantado vuelo hacia otras dimensiones. Un pequeño homenaje a esta fina persona que, cuando Tribuna de la Bahía inició sus labores, ella creyó en él, apoyó el proyecto y llegó a publicar parte de sus memorias y sus alegrías. No hubo tiempo de una despedida, pero debe saber que siempre estará en mi jardín de los recuerdos.

jueves, 27 de junio de 2013

El miedo, a qué obedece


Prócoro Hernández Oropeza

El miedo es una de las emociones más terribles o dramáticas que acosan al hombre. Todos, sin excepción alguna hemos pasado por momentos de miedo o lo percibimos a flor de piel cada vez que nos enfrentamos a un dilema o aun problema.
 ¿Qué es el miedo? En psicología se dice que se produce la emoción de miedo cuando existe un estímulo, evento o situación que, tras la valoración realizada por el individuo, resulta significativamente relacionada con la amenaza física, psíquica o social del organismo. Sensación de angustia provocada por la presencia de un peligro real o imaginario. Más allá de la amenaza física se encuentra también el sentimiento de desconfianza que impulsa a creer que ocurrirá un hecho contrario a lo que se desea: tenía miedo de que la fiesta saliera mal, tenía miedo a que le dijera la novia que no lo aceptaba.
Como observamos existen dos tipos de miedo, uno físico, amenaza real como por ejemplo toparse con un león y otro de tipo psicológico: miedo a toparse con un ladrón. En ambos, el miedo se manifiesta en el plano mental. Afirman los budistas que existen dos clase de miedos: el miedo apropiado y el miedo impropio. El miedo es apropiado cuando se fundamenta en un peligro de existencia real, respecto del cual se pueden tomar medidas para evitarlo. Como la persona que deja de comer carnes rojas porque tiene miedo de bajar sus vibraciones espirituales.
El miedo impropio es el que surge de cosas que no pueden perjudicarnos como tenerle miedo a una cucaracha; o que no podemos evitar, como tener miedo a envejecer o a morir. Esta clase de miedo nos lleva a deprimirnos y paralizarnos.
Sin duda, el miedo es parte de una programación mental, pero también forma parte de nuestros agregados psicológicos. Esto significa que el miedo, si bien tiene su origen en la parte instintiva como mecanismo de defensa, la mayoría de ellos son producto de esos yoes psicológicos de nuestra psique. Los bebés, por ejemplo, no saben lo que es el fuego y se dice que pueden colocar su mano ante una llama de fuego y no sienten dolor. Pero cuando los adultos le indican que no la coloque ahí porque se queman, entonces el cuerpo responde con dolor si la vuelve a colocar.
Así como el amor es la madre de las virtudes, el miedo es la madre de su antítesis, los egos o pecados capitales. De ahí que todo mundo estamos expuestos al miedo. Unos  con miedo a la  muerte, a la enfermedad, al fracaso, a ser rechazado socialmente, a equivocarse, al éxito, miedo de sufrir daños, a no conseguir pareja o miedo a la soledad, a perder la pareja que tenemos, a perder el trabajo, a los accidentes, a perder un ser querido, a la pobreza,  al ridículo, a miedos inexplicables.
Así que en realidad, dicen los budistas, la mayoría de los miedos tienen su raíz en una forma errónea de percibirnos a nosotros mismos y al mundo que nos rodea, es decir que tienen un origen mental, por lo que si aprendemos a controlar nuestros pensamientos, podemos terminar con ellos.
En cambio el miedo apropiado es una clase de miedo que nos advierte que es peligroso hacer algo (como saltar a la calle desde un tercer piso o beber en exceso). Cuando el miedo es apropiado, sirve para tomar consciencia del peligro real y para hacer las cosas que debemos hacer para evitarlo. Por ejemplo si tenemos miedo a no poder tener un hijo, podemos trabajar nuestra mente para evitarlo.

La mayoría de los miedos son infundados, y si piensa en cuales son aquellas cosas que le infundieron miedo en los últimos meses, descubrirá que el 85% de ellas nunca sucedió. La mayoría de los miedos son producto de pensamientos negativos, de esos que provienen de nuestros agregados psicológicos, de los apegos y aversiones. El miedo solo se puede controlar atacando su raíz, y su raíz se encuentra dentro de la mente de cada uno. 

martes, 2 de abril de 2013


Reflexiones cotidianas
La canción de Dios
Prócoro Hernández Oropeza
La India es un país con mucha historia, culturas y sobre todo cuna de muchos maestros realizados. Seres que han legado un conjunto de filosofías y conocimientos y muestran el camino para regresar a Dios o a Brahman. Brahman, el absoluto, el sin forma, el indescriptible e incognoscible. Es el mismo dios del que hablan las diferentes religiones y culturas, tanto en Europa, Asia, América como África.
De esa filosofía, los hindús tienen en el Bhagavad Gita enseñanzas maravillosas para encontrar la senda divina que nos ha de llevar de retorno a casa. A ese hogar del que un día salimos a experimentar, el maya o ilusión o simplemente a ejercer el libre albedrío y a vivir experiencias múltiples.
El Bhagavad Gita o la canción de Dios, llamado el quinto veda, es la esencia del conocimiento védico. En él se narra un diálogo maravilloso entre Krishna, la personalidad de Dios y Arjuna, un guerrero y amigo de Krishna que enfrenta el dilema de pelear o no pelear, en una guerra que está enfrente, entre los Kuravas y los Pandavas. Arjuna lidera a los Pandavas, luego de que uno de los hermanos o medio hermanos celosos les arrebataron el poder por medio de trampas.
En los dos bandos se encuentran amigos, maestros y parientes de Arjuna y se cuestiona porqué debe realizarse esa batalla, inclusive deja caer el arco y abatido se niega a pelear. Claro, como en todo libro sagrado, esta batalla es una réplica de esa batalla que debemos emprender en nuestra propia alma, la lucha en contra de los agregados psicológicos o defectos que gobiernan nuestra mente, emoción y voluntad. Krishna representa al Ser, al maestro que nos guía para iniciar ese batalla, que aunque parece cruel, es necesaria. Arjuna es el perfecto discípulo y como tal recibe las enseñanzas para librar esa y más batallas.
La lucha se desarrolla en Kurushestra, nuestra propia alma es el campo de batalla. Krishna anima a Arjuna a pelear, a sabiendas que el cuerpo es mortal, no así el alma o Atman que es inmortal  El alma, le dice Krishna es innaciente, eterna, permanente y primordial. No se le mata cuando se mata el cuerpo.  Una persona que sabe que el alma es indestructible ¿cómo puede matar o hacer que alguien mate?
Así como una persona se pone ropa nueva y deshecha, así mismo el alma acepta nuevos cuerpos materiales, desechando los viejos e inservibles.
Con estas palabras, Arjuna se apresta a dar la batalla, no sin antes recibir el conocimiento supremo. Rescato entre otras, las siguientes citas, que de llevarlas a la práctica nos liberaría de muchos pesares y sufrimientos.
-“Aquel que ejecuta su deber sin apego, entregándole los resultados a su Ser, no le afecta la acción pecaminosa, tal como la hoja de loto no la toca el agua”.
-“Cuando el ser viviente encarnado controla su naturaleza y renuncia mentalmente a todas las acciones, reside feliz en la ciudad de las nueve puertas (el cuerpo material), sin trabajar ni hacer que se trabaje”.
-“Aquel que no está apegado a los frutos de su trabajo y que trabaja tal como está obligado a hacerlo, se encuentra en el orden de renuncia y es el verdadero místico, y no aquel que no enciende ningún fuego, ni ejecuta ningún deber”.
-“Jamás puede alguien convertirse en yogui, a menos que renuncie al deseo de complacer los sentidos”.

Las epidemias psíquicas Prócoro Hernández Oropeza La humanidad ha pasado por varias epidemias, hambrunas, guerras y ahora pandemias co...